Sin caretas


Sin caretas!



                                                                                                                                         Mateo 6: 1            Guardaos de hacer vuestra justicia delante de los hombres, 

para ser vistos de ellos; de otra manera no tendréis recompensa

 de vuestro Padre que está en los cielos. 

No hagamos las cosas para recibir el halago de los demás, esto no va de aplaudir al artista; no busquemos la reafirmación del adolescente como motivo para llevarnos el mérito; no convirtamos el protagonismo y reconocimiento en el motor de nuestros actos; nuestra diligencia no debe depender del homenaje que recibamos; prohibido movernos impulsados por el objetivo de la distinción o el buen nombre; no esperemos el agradecimiento de nuestras obras, pues son obras distintas a las de teatro y a las de arte; ni la inmortalización con selfies y vídeos a publicar en stories de nuestras rrss. Que honor tiene para nosotros hacer la obra de Dios, si sólo se logra en el nombre de Cristo y con el Poder del Espíritu Santo. Cuando la única motivación de nuestra caridad se fundamenta en la fama y notoriedad de la congregación es porque no hemos recibido a Cristo de manera genuina ni hemos experimentado el Espíritu Santo. Porque la humildad es un rasgo distintivo del cristiano e inversamente opuesto a la vanagloria y el egoísmo con lo que cumplimos. Basta ya de privatizar, monopolizar y parcelar la misericordia y compasión; en esta guerra no se izan ni enarbolan banderas con denominación, congregación o creyentes mediáticos, en esta guerra nuestro único estandarte es la Cruz de Cristo, Su Resurrección, Ascensión y pronta venida (1Co 1: 12-13) Porque todo lo que hacemos por amor al prójimo no nace de nosotros, más bien proviene del amor que Dios nos concede a través del fruto del Espíritu Santo (Gl 5: 22-23).

No sólo se trata de una recomendación a manera de consejo, es también una advertancia para no perder de vista la eternidad. Jesús, delante del pueblo de Dios en el Monte Eremos da una charla magistral, un taller intensivo del Evangelio de los Cielos, un seminario atemporal. Pues, el discurso contiene un mensaje fresco y actual que rompe la barrera cultural y generacional, porque cualquiera que recibió a Jesús como Señor y Salvador es destinatario del mismo y además, de fácil aplicación. Habla de recompensa haciendo referencia que no conviene un corto tiempo de prestigio si luego Cristo nos va a negar (Mt 7: 23; 25:41, Lc 13: 25; 27). Realmente, ¿De qué nos sirve? ¿En qué nos aprovecha? La pregunta es: ¿Quién enseñó al cuerpo de Cristo a colgarse medallas? ¿Por qué privatizan todo lo que hacen? ¿Qué necesidad hay de firmar las actividades?
Sin duda, la justicia del hombre se centra en el humanismo, en la bondad mezquina del que le sobra, en la generosidad del estéril (religiosos que sin trabajar dan cátedra o aparentan gran piedad)la longanimidad de aquellos que dan lo que no les costó ni sudaron. Debemos leer entre líneas para comprender lo que Jesús dice, la justicia del hombre es diferente a la de Dios (Flp 2: 3, Col 3: 12)Sin caretas!

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